:: Dos historias en el Circo ::

El escenario es de lo más simple:
Un galpón a oscuras con luces de colores y música fuerte.
El trago sale caro, tiene mucho hielo, es en vaso de plástico y para que te lo den tenés que esperar respirando cerca de gente desconocida, sudadada, nucas extrañas que vistas muy de cerca parecen de plastilina, de pollo hervido, de cuero ordinario con pelos crispados...
En eso pensaba nuestra amiga. Parada mirando a las chicas forzando con gritos una actitud de diversión, chequeando cada par de ojos que pasa cerca suyo para encontrarse con miradas furtivas, borrachas, ciegas, inquisidoras, bailando un poco canciones que mañana no recordará. Con tanta gente cerca y tanto ruido la Soledad es sólo el nombre de una chica que está por serle infiel al novio a 6 metros de nuestra amiga.
Así que lo decide, empina el vaso, termina el juguito de gomibaya, se queda con un hielo en la boca y mientras lo mastica avanza. Se entrega a la marea, transita por las corrientes cálidas de gente que da vueltas buscando otra gente que busca otra y otra y otra...
No sabe por qué mira, no entiende por qué la miran. En un momento caminando tras esa marea de gente recuerda el tren carioca del casamiento de su prima y su taco roto. Por primera vez en la noche sonríe.

Él se siente culpable. Mira el su celular a cada rato. No le responden y está quedando como el típico borracho que 4am manda mensajes mal tipeados, bobos. Piensa en irse pero le acercan otro trago y se lo toma rápido como si con ese gesto la noche terminara antes. Todas, por momentos, le parecen feas, conchas histéricas, difíciles y no por eso atractivas. Después piensa que les daría a todas, se calienta. Siente que vibra el celular en su mano. Ni en ese momento la noche ya le entusiasma. La respuesta era la típica. Esa noche ni va a mirar porno. Tal vez se coma una hamburguesa a la vuelta. Así que nuestro amigo, ya aburrido, piensa si le queda plata para comer algo hasta que alguien comenta algo sobre el culo de una mina y sonríe. Por última vez en la noche nuestro amigo sonríe mientras nuestra amiga sonríe por primera vez.

El Circo de la diversión dio otra vez resultado. Nuestros amigos han sonreído.
En otro lado no hay nucas de plastilina, conchas histéricas, mareas de gente, mensajes de texto pedorros, trencitos cariocas y chistes de culo.
En el Circo, sólo en el Circo.

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