:: Historia del pájaro en mano y los 100 volando II ::



"El pájaro... ¿en mano o volando?"...


Los dilemas no siempre se resuelven de manera defitiva. Vuelven enmascarados, persisten.
Las decisiones no se cierran, muestran sus efectos, sus fisuras y hay que volver a tomarlas una y otra vez. Pareciera que la incertidumbre gana cancha en el simple acto de pensar, hablar.

El pájaro en mano tiene su jaula y su cuota de alimento cada día a eso de las 13hs. Reconoce los olores de la casa, los sonidos. Los 100 pájaros volando saben que al volar sentirán el viento en su cara, confían en que las estaciones los va a encontrar cada año en lugares pautados y que habrán suficientes provisiones para sus nidos, casas nómades.

Cada uno, a su tiempo, olvida las opciones posibles de vida. Cada uno, en su forma de vida rutinaria, busca cierta seguridad. Así que pareciera que los dilemas se inventan, llegan sin avisar, se contagian, sorprenden, pegan o pasan sin hacer ruido.

El que escapa, el que cierra los ojos y salta, el que aguanta, el que ignora, el que se sacude, cuestiona, agita, maldice lo inmodificable y hasta el que sigue en la rutina haciéndose el boludo está haciendo algo. Y un día puede detenerse y mutar. Y empieza a hacer otra cosa, decide.

Porque mutar es estar vivo. Y cambiar de parecer también.
Así que el pájaro en mano ya eligió. No sabemos si se quedará en la jaula o volará con los otros 100. Pero eligió. Porque la jaula era de duda, de cobardía. La jaula es la decisión tibia, el nosé.


"¡Vamos Pipí!, ¿qué vas a hacer?", se dijo.
Pipí en un segundo lo supo. Y eligió. A partir de ahí se sintió libre...


¿Cuánto durará sin un nuevo dilema que lo acorrale?

:: Historia del pájaro en mano y los cien volando ::


"Más vale pájaro en mano que cien volando". Qué pelotudez, piensa. Los cien pájaros volando en un movimiento coordinado, comunicándose andá a saber de qué manera de repente deciden hacer piruetas y en una perfecta decisión conjunta e instantánea tapan el sol de su vista con siluetas negras y alas que le hacen pestañar. Fascinada con lo impredecible de ese vuelo lo sigue con su vista, sus pupilas abren y cierran en milimétricos movimientos coordinados. Y así, danzando pájaros y pupilas las mejillas de nuestra amiga se humedecen, el corazón entusiasmado bombea sangre recordando su trabajo constante y fiel.


Y el otro pájaro, pobrecito, en la mano, agonizante de dolor en su instinto. Le van a cortar un poco las plumas para que no pueda volar y tendrá nombre, comida, techo, calorcito, aprenderá a responder a estímulos, alguna que otra vez lo defenderán de los gatos... cuando se enferme de calentura tal vez le traigan una novia con nombre, jaula, alas cortas y barriga llena. Harán un pobre espectáculo de su instinto ahogado por rejas. Sentirán el placer real, cierto. Sentirán la vida como esa trompada al cuerpo estremecido. Sentirán que tanta comodidad y una vida protegida de sorpresas se resiste gracias al registro de esos momentos reales, sorprendentes.


Tal vez enferme de calentura más seguido nuestro pájaro en mano. Tenga su cuota de vida controlada, cuidada y claro, a los 100 volando le pasaron cosas. Algunos se ahogaron con bolsas plásticas, fueron cazados por focas, murieron de hambre, dejaron descendencia y la abandonaron, fueron inmortalizados en fotografías o terminaron su vida sin nombre, ni techo, ni cuidados.


Así que tal vez si al pájaro en mano le dan a elegir opte por la comodidad de la jaula a esta altura. Hay que tener coraje para arriesgarse a tantas sorpresas, tanto dolor, tanta soledad. Su dueño sufriría sin su canto en la mañana, le gustan las semillas de zapallo que con tanto amor le selecciona... Aunque algo raro siente cada vez que abren la puertita de la jaula, en un reflejo instantáneo se acerca corriendo y lo empujan hacia adentro "andá a dentro Pipí, que te estoy cambiando el agua, dale pues"


¿Y si su dueño olvida cerrar la puertita de la jaula un día?

Qué lindo dilema tendrás que resolver, "Pipí".

:: Unas y unos ::


Unas piernas en alto y un primer mate después de un día largo.
Una panza sosteniendo el control remoto en el sofá y un plato de pizza fría.
Una cabellera revuelta durmiendo sobre un hombro maternal a pesar de que unos primos siguen corriendo en el patio.
Un animal cansado que da la última vuelta para acostarse en su rincón.
Un cuello reconociendo su almohada al amanecer después de escuchar cómo caían los zapatos a los pies de la cama.
Un suspiro de alguien que tira las llaves del auto en la mesita y se afloja la corbata.
Una cara relajándose al sentir el agua tibia de la ducha.
Una sonrisa que huele las tostadas de su mamá.
Una cabellera que se libera de 8 clips y se lanza hacia la espalda.
Una carcajada que descontractura una semana de llanto.
Unas manos que se liberan de una carpeta que no hay que estudiar más.
Una nariz que huele la libertad de correr sobre el pasto.
Unos ojos que se refriegan para humectarse después de terminar un lindo capítulo.
Un poco de paz.

:: Dicen que te dicen cosas ::


Dicen que a la que le gusta el barbudo con morral después lo quiere afeitar y que se ponga traje para su nuevo trabajo en Movistar. Y la que se enamora de un ingeniero limpiecito y de camisa dentro del lompa después quiere que ande de melena larga y sweaters comprados en la plaza de Tilcara.

También que a los que le gusta la mina simple sin maquillaje y zapatillas después se queja porque siempre hace el misionero y que está por dedicarse a ver porno y hacerse la paja pues tiene una bolsa de agua caliente como novia. Que la mina de taco aguja y pestaña postiza siempre estará en pose y que nunca podrás verla relajada con un remerón y sin ñocorpi.

Dicen que los hombres buscan minas trolas para una noche y que las prefieren inocentonas para entregarles su corazón así ella lo sabe cuidar como una madre santa. Dicen, también, que con las inocentonas no cumplirán sus fantasías y que estarán destinados a la culpa, pues no dejarán de ratonerase con cualquier culo que pase. Dicen que hay afortunados que se enganchan con el minón que les cocina y después se calza el portaliga. Dicen que esas parejas perfectas son sospechosas y que si se escarba bien sale la mugre.

Dicen que "la mina bien" es frígida, que la divertida y liberal no es de confiar, que las muy inteligentes son complicadas, que las pendejitas están ricas pero después hacen tonteras con tal de que vayas un domingo a comer con los padres. Que las maduras quieren un hijo -que hay que tener ojo con eso-, que las jovatas están de vuelta, se bancan que las llames 4am para coger y que son gauchitas.

Dicen que los hombres sólo quieren ponerla y que te escuchan tu apreciación sobre el estructuralismo para después saber si tenés tanta teoría y cancha para chuparles la poronga. Que las minas quieren ser amadas, quieren deslumbrarte, engancharte, para después decirte que no, que quieren estar solas e irse a Brasil con las amigas a vivir la juventud y "que la sigas chupando".

Dicen que hay liberación sexual. Dicen que ahora todos quieren ser independientes. Dicen que todos tienen que tener muchos orgasmos, muchos viajes, muchas anécdotas, cursos, idiomas, agendas, todo, todo, rápido, ya, ahora, no te espero, no me servís, rajá de acá, que pase el que sigue, vamos, vamos a apurarse que se acaba el mundo, me queda poco tiempo, quiero más, más, plata, carteras, auto, pitos, tetas, pelo brillante, título, nada me basta, no me satisface esto, quiero mejorar, subir, quiero reconocimiento, no me pises, no te entiendo, no me importa, no, solito mejor, más simple.

Dicen que la sociedad evoluciona. Eso dicen...




:: Dos historias en el Circo ::

El escenario es de lo más simple:
Un galpón a oscuras con luces de colores y música fuerte.
El trago sale caro, tiene mucho hielo, es en vaso de plástico y para que te lo den tenés que esperar respirando cerca de gente desconocida, sudadada, nucas extrañas que vistas muy de cerca parecen de plastilina, de pollo hervido, de cuero ordinario con pelos crispados...
En eso pensaba nuestra amiga. Parada mirando a las chicas forzando con gritos una actitud de diversión, chequeando cada par de ojos que pasa cerca suyo para encontrarse con miradas furtivas, borrachas, ciegas, inquisidoras, bailando un poco canciones que mañana no recordará. Con tanta gente cerca y tanto ruido la Soledad es sólo el nombre de una chica que está por serle infiel al novio a 6 metros de nuestra amiga.
Así que lo decide, empina el vaso, termina el juguito de gomibaya, se queda con un hielo en la boca y mientras lo mastica avanza. Se entrega a la marea, transita por las corrientes cálidas de gente que da vueltas buscando otra gente que busca otra y otra y otra...
No sabe por qué mira, no entiende por qué la miran. En un momento caminando tras esa marea de gente recuerda el tren carioca del casamiento de su prima y su taco roto. Por primera vez en la noche sonríe.

Él se siente culpable. Mira el su celular a cada rato. No le responden y está quedando como el típico borracho que 4am manda mensajes mal tipeados, bobos. Piensa en irse pero le acercan otro trago y se lo toma rápido como si con ese gesto la noche terminara antes. Todas, por momentos, le parecen feas, conchas histéricas, difíciles y no por eso atractivas. Después piensa que les daría a todas, se calienta. Siente que vibra el celular en su mano. Ni en ese momento la noche ya le entusiasma. La respuesta era la típica. Esa noche ni va a mirar porno. Tal vez se coma una hamburguesa a la vuelta. Así que nuestro amigo, ya aburrido, piensa si le queda plata para comer algo hasta que alguien comenta algo sobre el culo de una mina y sonríe. Por última vez en la noche nuestro amigo sonríe mientras nuestra amiga sonríe por primera vez.

El Circo de la diversión dio otra vez resultado. Nuestros amigos han sonreído.
En otro lado no hay nucas de plastilina, conchas histéricas, mareas de gente, mensajes de texto pedorros, trencitos cariocas y chistes de culo.
En el Circo, sólo en el Circo.

:: Historia de un pororó ::


Miraba con ojitos chispeantes la conversación, estaba divertida. Como un cachorrito, con las orejitas atentas -si hubiese tenido colita, más obvia su alegría-

Ella quería participar pero hoy tenía una timidez molesta. Quería meter la cuchara, hasta tomaba aire para decir algo y cómo iba tan rápido la charla... nada. No encontraba el momento.

No quería quedarse como expectadora sin decir nada. Pero lo único que salía de su hocico de cachorrona era "ahá... sí... claro... de una". Se sentía una tonta (hasta medio lamebotas)

Hasta que alguien hizo una pregunta. Nadie sabía la respuesta. Ella sí.
Al fin.
La miraron, la tomaron en cuenta, salió del anonimato. Dijo:

-Yo sí sé por qué explotan.
-¿En serio?
-Ahá, de una... -otra vez la cara de cachorro, se sonroja y continúa: - Y es que el maíz tiene una gotita de agua dentro, por eso al entrar en calor hierve y explota el pororó.
-¡Mirá vos!

Le latía el corazón rápido y lo sabía. Por suerte ya no la miraban. Sospechaba que el color de sus cachetes eran bochornosos.

Hay que pasar el invierno. Ponete MONA | Feria de Diseño

::: Hay que pasar el invierno. Ponete MONA :::

Presentación otoño-invierno de MONA diseño.
Vinito. Musiquita. Prendas ardientes.

Pre-inauguración del espacio de Diseño "Antón Pirulero".
Agendá la dirección, vas a querer volver...

Este sábado 17 de abril en Belgrano 940. Godoy Cruz.
(a la vuelta del Hospital Español)
De 18 a 22hs.

:: Verde azulado ::


Mi mamá tiene los ojos color verde azulado. Pero esto no es un detalle menor. Hoy me dí cuenta que es una marca, una huella.

Para empezar, sus ojos fueron los primeros que vi porque cuando nací me contó que la miraba fijo mientras me decía “Hola Luciana, bienvenida”. Dice que me pusieron sobre su pecho y que desde ahí la miraba con el ceño fruncido. Desde entonces parece que así fue la cosa: yo la miro con el ceño fruncido y ella me dice palabras lindas. Y es raro cómo eso quedó registrado en mi memoria: mi mamá canta y mi cara se relaja, me calmo.

Cuando iba a la escuela primaria usaba mucho un lápiz de color verde azulado. Era un excentricidad tenerlo porque no todas las cajitas de colores lo traen. Podés encontrarte con el verde cata y el verde oscuro, pero el azulado era algo raro. Y yo lo tenía y lo usaba tanto que rápido iba haciéndose más petiso que el resto. Lo usaba para subrayar las oraciones importantes y pintar lo que más me gustaba. No me sorprende que mis tarjetas personales tengan ese color junto con las zapatillas que llevo puestas ahora, entre otras cosas.

Porque mi mamá ha sido como ese color. Siempre presente, pero en detalles específicos, no en todo. Porque no quería estar en todo, ella aparecía para dar su toque de color verde azulado.

Mi mamá no me daba besos antes de irse a dormir y estaba pendiente si nos tapábamos o no. Pero nos esperaba de la escuela con la habitación fresquita y con tacitas con olor a jazmín en la mesita de luz y me ponía la cremita para la alergia sentada al lado de mi cama. Y me cuidaba. No estaba detrás mío para que me sacara 10 en la escuela, pero llegaba siempre temprano en los actos con una bolsita con el disfraz, las pinturas, todo ordenado y listo.

Qué alegría era verla llegar. Mi mamá era la mamá más linda de todas, tenía siempre rico olor y sonreía. Era tímida, colaboradora, buena. No era como las mamás brujas que se ponían a chusmear y hablaban mal de todo el mundo. No se hacía la estrella. Era mamá. Iba a cuidar a su hija, a ponerla bien linda, a decirle que mire al público, se ponga derecha y se pare en el escenario sin miedo. Que sonría, que me divierta con mis compañeritas. Ella seguro iba a estar a un costadito, disfrutando.

Mi mamá se bancó siempre mi cara de poto, mi ceño fruncido. Me respondía con un “Lucianita, hijita” con su voz de mamá cuando yo andaba enojada, rebelde, loca, perdida. Me veía mal pero no se metía. Tuvo y tiene mucha paciencia.


A veces me ha costado saber dónde estaba, si estaba conmigo. No la veía por momentos. Porque no estaba encima mío, porque no se puso adelante y me estorbó. Ella decía que yo siempre he sido independiente. Y a veces me molestaba esto, porque he tenido miedo. Pero me hice valiente. Gracias a sentirme sola por momentos. Qué amor se debe tener para estar al lado de un hijo y dejarlo que aprenda solo. Qué fortaleza tiene mi mamá para dejarnos equivocar. Se mordió la lengua muchas veces para no decirnos barbaridades. Qué gratitud te tengo mamá. Qué amor sano me has dado.

Ella está cuando la necesito. Pero ella no decide cuándo es que la necesito. Ella espera a ser llamada y está como un soldado. Es incondicional. Es respetuosa.

Ella me regala las plantas más lindas para mi patio cuando le digo que me gustaría ver “verde” desde la ventana, ella espera que la visite cuando tengo ganas, que le pida ayuda cuando yo lo decido. Ella siempre me espera.

Así es cómo el color verde azulado ha marcando mi vida. Es un color que tiene el amor de mi mamá, con recuerdos que son olores, palabras, imágenes, relatos. Es verla a mi lado, es verme a su lado. Es verde azulado.

:: Historia de una mujer pensando sentada al borde de su cama::



"Yo sé que no quería saber la verdad. Pero soy así de boba, soy la boluda de la película de terror que en vez de irse del bosque porque es de noche, va a mirar de dónde viene el ruido raro y se encuentra con un payaso con los dientes amarillos y uñas largas que la quiere matar. Y la mata.


Pero parece que es heroico meterse donde uno no debe con la bandera de la "verdad" y beber hasta el fondo el trago amargo de la intimidad del otro. Y sí, hace tiempo que dormimos juntos, le conozco cada lunar de su cuello y los 5 pares de medias que más usa ¿Y? ¿Por eso debo saber todo? ¿Porque caga en mi baño toda su intimidad es mía ahora?

La puta madre. Está cogiendo con la mina esa. La re puta madre que lo re parió. Qué carajo hago. Quién me dijo que eso no era posible, de dónde puta saqué esa idea, en qué burbuja me metí, cuándo entré en esta película naif del HBO family. La cagada es que ahora le tengo que hechar la culpa a alguien. ¿Es culpa suya o mía? ¿La de su entorno que son medio garcas? ¿De su hermana que me odia y se la presentó? ¿De la sociedad? ¿Qué mierda estoy preguntándome, "la sociedad"? Pedazo de chota, ¿ahora voy a racionalizar con explicaciones culturales-filosóficas cuando lo que quiero es deshuesar un pollo a patadas olímpicas? ¿Por qué necesito putear a alguien ahora la concha de su madre? Me cago en este humor, siento que me sale humo verde de la cabeza, que me voy a volver loca.

Mi mamá siempre me dijo que cuando estoy mal en vez de ponerme triste y llorar, por ejemplo, puteo, me enojo, me sale la tanada. Pareciera que la opción primera, la reacción tendría que ser la de llorar como una descosida, una niña desilusionada, herida en su fantasía mágica, la nena tontita que pensó tener de vecino a Charles Ingalls. Ey, pelotuda, Charles se manoseaba a la Nelly Olson en el granero y nunca lo supiste.

No, basta. Tampoco es mi culpa por querer creer. No, señor. ¿Está mal confiar en los que amamos? ¡Mi mamá me ayudaba a escribir la cartita de Papá Noel y mi papá sonreía! ¡Por favor, cómo no creer en la magia! ¡Y ayer él me dijo que no se veía con nadie! ¡Que iba a jugar al fútbol, que no sea loca!

¿Seguiré escribiendo cartitas hasta que venga el barbudo con sus renos y me diga "¡Ho, ho, ho!"? ¿Me encontraré con gente que sigue poniendo sus dientes bajo la almohada? ¿Podré protagonizar una de esa películas navideñas que pasan en Canal 9 en diciembre? ¿Pasaré vergüenza por crédula? ¿Sentiré el papelón en mis mejillas y seré una vieja bruja? ¿O terminaré siendo como una viejita Wendy que cuenta historias coloridas y felices? "


:: Historia de dos amigos comiendo papas fritas ::


- ¿Por qué ponés esa cara?
- Y hermano, hace cuánto que venís con lo mismo.
- Bueno... ya sé, te aburro. Soy un boludo.
- Loco... mirá, es simple. No hace falta dar tanto rodeo. Si ya estás harto que te mire con cara de asco, habla y la matarías, rogás que se cuelgue al teléfono con alguna amiga así no te da charla... hermano, está todo mal.
- No está TO-DO mal.
- Vos te estás acomodando a vivir con una mina que no te gusta más. Eso te arruina.
- Y vos te creés que es cambiarla por un modelo nuevo y chau. Ni en pedo. Es un bardo y, además, no quiero.
- Y no se trata de cambiarla por otra. Además, ¿quién te va a dar bola?
- Eh, eh... ojo que no he perdido todos mis encantos -guiña un ojo-
- Ja, no te hagás el Carlín Calvo. Pero de onda, la Andrea no era así de amarga. Ahora pone cara de orto por todo.
- Por algo cambió. Yo ya no soy Carlín o bueno, me parezco, estoy medio paparulo -pone cara de hemipléjico-
- Qué gil... ¿vos sabés por qué cambió? La maternidad las pone boludas ¿viste?
- Y... bien, bien no. Ni ella sabe. Yo también cambié. Antes le ponía onda, "pendex".
- Sonríe- ¿No han hablado?
- Y a veces. Pasa que es un bajón discutir, yo cuando llego estoy cansado, no tengo ganas.
- Y jodete entonces. Así vas mal...
- Puta, no te cuento más loco. En mi casa me hincha las pelotas ella y ahora vos.
- Y bueno, pero hace años que te escucho con la misma historia.
- Bueno ¿y vos?... no estás con ninguna por no cagarlas. Te quedás sólo y triste. Parecés un emo boludo...
- ¡Jajaja! Qué culiado...
- Y al final las Navidades las pasas con nosotros. Si yo me separo vamos a ser dos boludos brindando a las 12 más tristes que la mierda, Carlín y Pablito hechos unos emos panzones comiendo garrapiñada.
- ¡Jajjaja! Choto para ser emo te falta el peinado y vos ya estás medio pelado...
- ¡Jajaja!
- ¿Pidamos otra porción de papas?
- Dale...
- Che, ¿cómo salió el partido ayer?
- Mal loco... es una lucha.

:: Historia de una velada ::


Comprá un vino rico. Cortá queso en daditos. Sacá y enjuagá unas copas de vidrio. Prendé una vela. Qué huela bien el ambiente. Sí, usá el hornito nuevo. Fijate que el baño tenga papel y guardá la cera. Las sábanas limpias. No ordenes tanto que queda mal. Música, por favor. Relajate... claro, andá sirviéndote vino. Si viene, le ofrecés y queda casual. Poné las piernas en alto. Mirá la revista, lee algún artículo. Distraete.

Y sí, servite de nuevo. No estaría mal que te encuentre borracha. Obvio que descalza está bien. Es tu casa.

Sí, servite lo que queda. Traé el pan, la mayonesa y terminate el queso. Más vale, sacate el corpiño y trae la lima de las uñas. Aprovechá y poné a cargar el cel. No. No le llames. Muy bien. No, mensaje tampoco. Claro, no te confirmó que venía. Vos querías esperarlo "por las dudas". No sientas pena por tomarte el vino entero. Rata. Disfrute, vamos, vamos, no está tan malo estar solita. Bien, seguí leyendo y moviendo los pies al rítmo de la melodía.

¿Te vas adormir? Ok. No, no, no... nada de meterse al chat "por las dudas". Y a no llorar en la almohada. Fue una excelente noche. Comiste rico, bebiste, te relajaste y perfumaste tu casa, escuchaste "Venus as a boy" con las piernas en alto, tenés las uñitas impecables... ese color rojo está bueno... mmmm... yo sabía. Y sí. Hacelo. No sé... pensá en alguno que te guste. Armá la escena. Y obvio, borracha te ponés más zarpada. Epa...

Listo. Dulces sueños.

Frases a desenredar | Hoy : "No me entendés"


Te hizo enojar. No se dió cuenta que estás molesta. Te quedás callada. No lo nota y sigue haciendo "eso". Querés que se de cuenta, dar una señal. Elegís primero este camino antes de abrir la bocaza. Entonces, para empezar, lo "decís" de muchas maneras.

Ahora bien, que Ud se calle para que el otro adivine, ponga cara de enojada, retire la mirada, cierre la alacena con fuerza así hace ruido, resople como un toro al caminar, no llame en todo el día, mande mensajes como descosida, esté atenta a cada evento de la familia de su marido, no lleve flan a lo de su cuñada, no le sonría a su jefe al saludar, deje caramelos en el escritorio de cada compañero, insista con una juntada con todas sus "amigas" de la primaria, no significa que:

Van a adivinar que esa voca fruncida y esquiva significa "hoy tenía turno con el ginecólogo y no me vas a acompañar por ver fútbol", si no lo miramos se va a dar cuenta que "no me ayudás en nada, me cansaste, sos un inútil", el portazo de la alacena es "me cansé de ahorrar y que vos te la revientes en el Easy comprando boludeces", que nuestro resoplido es "te leí el mensaje de texto de la mina esa y sé que lo borraste recién", no llamar es "estoy enojada, pero me muero si no me llamás más", llenarle de mensajes el cel es "estoy muerta de amor y no desesperada ¿eh?", saberse todos los cumpleaños y aniversarios de su familia es "¿viste? a mí me importa tu familia, vos deberías conversar con mi papá y jugar más con mis sobrinos... forro, amargo", no llevar postre al asado de la cuñada es "estoy harta de tus vivoreadas y ni pienses que voy a ayudarte a poner la mesa", no le sonreís al jefe es "viejo verde subime el sueldo pedazo de desagradable", ser el kiosco de la oficina significa "invitenme al after office, me siento sola y quiero tener sexo borracha", mandar mails a las compañeras organizando juntadas es "quiero que me vean, ahora estoy más flaca que la tontita de Rodriguez y ya tuve un hijo".

Cuantas veces hablamos así, sin hablar y queriendo que el otro decodifique tal como a nosotras nos parece que "debería ser". Pero el peor de todos los casos es cuando tomamos valentía, un día estamos cruzadas, borrachas, cansadas o decididas a decir "basta" y nos animamos a transmitir lo que sentimos. Moqueando, histéricas, devastadas, fatalistas, frías como Cruella de Vil, malditas, maternales... como sea, pero sucede la charla.

Ahora el culebrón recién empieza. Creemos que con decirlo listo, el otro nos entiende. Es sólo animarse. Qué papelón. Muchas veces hablar termina siendo un gran y eterno mal entendido:

"...pero lo que yo te quice decir es que... pero vos no entendés lo que significa... pedí perdón caradura... si, pero me lo decís por que yo te dije... pero si a vos nunca te nació eso... si hablamos siempre porque yo te digo que hablemos... no, no te estoy retando... entonces no te digo más nada... (15 segundos)... ¡decí algo! ¡dale! ¡reaccioná por favor!... sos un cerrado, una roca, tendrías que ir a terapia urgente... no, yo no tengo que volver a terapia... sos vos el que me arruinás la vida... sí, la verdad es que no sé que es lo que hago con alguien como vos... si, no sé que te ví... (llanto, insultos varios)... (él quiere retirarse de escena)... bueno, no... perdón... es que me sacás de onda... si, ya sé... pero escuchame, te lo pido... si yo te escucho siempre... ¿y por qué te crees que te tengo que hacer caso? ¿sos mi papá vos ahora?... no nenito no parezco tu mamá... pero esto que hacés es preocupante... bueno a mí me molesta por lo menos tené en cuenta eso... no, no sé que te molesta a vos... si no hablás nunca... (lo escucha 5 minutos)... bueno amor, ya sé, ya sé... (besos) ¿ves? es re lindo que hablemos..."

Tal vez en 2 meses discutirán por lo mismo. Pero ya no será una novedad y tal vez se escuchen un poquito. Tal vez con el tiempo omitan las malas palabras y no griten frente a los amigos o en la cola del súper. O tal vez no discutan más. Por miedo, cansancio o incomodidad. Tal vez ella se canse y empiece a chatear con el ex. O él se pudrá y la deje un día. O no. Por suerte la próxima semana será una luna de miel y esa noche tendrán buen sexo.

:: Historia rosada ::


Él estaba sentado lo más bien. Cómodo. Los hielos de su trago se iban derritiendo, decolorando la bebida en un degradé que despacito con el sorbete mezclaba... los colores haciendo piruetas, las ojotas flojas, la panza bien puesta sobre el pantalón, su pelo conflictivo en el anonimato.

Se reía con fuerza, los dientes al aire, la voz despanzurrada, los gestos lúdicos. Tenía los ojitos cansados pero chispeantes, curiosos. Hablaba y las pestañitas enruladas aplaudían cada frase.

Ella lo miraba. Se tocaba mucho el arito. Disfrutaba el dolor de su oreja infectada y dale que va se hurgueteaba empeorando la cuestión para que después "Macril" haga lo suyo. Se puso un vestidito cómodo, en el verano engorda siempre y odia comprobarlo con los jeans. Unas chanclas medio fieras, pero eran de suela blandita. Tenía el pelo atado y se lo soltó masajeando la zona donde tenía puesto el colín. Los músculos de su cara se chorrearon. Le dió sueñito.

-¿Vamos?
- Dale...

Cuando ella habló él comprobó que era hermosa. Ella tenía ganas de decirle cosas rosadas y abrazarlo un rato largo.

Se fueron. Mañana ella tendrá su perfume en el pelo.

:: Historia de una mirada canchera ::


La última vez que lo vi tenía esa miradita canchera, falsa. Mirándome con los ojos entrecerrados, como desde lejos. Yo sé que con alguna cara le respondí, probablemente esa sobreactuada mordiéndome el labio inferior y revoleando los ojos para arriba. Sospecho que debo haber tenido las manos en la cintura como una comadrona.

Después, me dí la media vuelta con demasiada energía, con el cabello suelto acompañando mi movimiento -que me chicoteó en la mejilla, pero me hice la tonta- y caminé al patio con la frente demasiado alta. Él con las manos demasiado metidas en los bolsillos y su andar hacia la vereda demasiado masculino “tengo las bolas pesadas, camino como walker texas ranger”.

Tan inflado todo, tan poco creíble para un adulto. Claro, los “grandes” se reían y nosotros realmente la estábamos pasando muy mal y estábamos aprendiendo a expresarlo. Pareciera que las primeras pasiones son de vida o muerte. Ellos se creían que cuando éramos niños estábamos actuando, exagerando las emociones que los "grandes" creen actuar mejor. “Mirala, mirala como le habla” “Jajjaja, qué enterada te salió”. Ese día los odié. Metidos. Maleducados. Nos señalaron como monitos de circo. Qué papelón.

Ahora lo vuelvo a ver. Ahora ya somos "grandes". Su hijo cree impactar al público cantando en Inglés con 3 años. En la mesa se ríen y él no sabe qué es lo gracioso. Entonces frena. “Dale, dale... ¡Nos encanta lo bien que cantás en inglés! ¡Seguí, seguí!” Su hijo lo mira con ojos confundidos, sigue con la actuación pero no sabe por qué le está dando vergüenza. Él lo mira con esa miradita canchera, falsa, de ojitos entrecerrados, esa que fue puliendo con los años. “Cantás mejor que Mick Jagger vos”, le dice. El niño sonríe tímido. Todavía le cree. Todavía.

Me miro y estoy con las manos en al cintura y mordiéndome el labio inferior. Me doy la media vuelta más despacio, ya aprendí que mi melena acompaña el movimiento y el pelo puede golpearme la cara.