Frases a desenredar | Hoy: "Tan bueno que da miedo"


En un análisis rapidito y al paso coincidimos que las personas quejosas son unas densas, imposibles. Pero si ampliamos el panorama yo diría: ojo con la gente que es muy feliz.

Cuando sufro el optimismo excesivo de alguien comienzo a extrañar a los quejosos. Cuando alguien ve siempre la vida color pastel comienzo a sospechar: miente, niega la realidad, está en una secta o consume algo. Es incómodo tener un Flanders adelante, hasta sospechoso. Imagino que un día matará a toda su familia a palazos.


Cuando recuerdo esas sonrisas mal actuadas, esa amabilidad perversa querría tener un insatisfecho de cotorrita en el hombro y que me vaya animando el día. El ser humano bendito que está quejándose genera esa cosquilla: te pone mal, te frustra, te irrita o empatizás y te quejás a coro armando una bola de miseria que aplasta al mundo, invita a la revolución o al sucidio. Algo pasa cuando alguien se queja, algo se mueve en el otro, por lo menos te invita a reflexionar. Distinto de la gente que es muy optimista y feliz. Uno se detiene, no sabe qué decir y comienza a sentirse un ser vil y sombrío que se arruina la vida y la salud con tanta inconformidad.

Esa es la trampa. Ojo con los buenitos: son zorros. El quejoso te muestra rápido su falla, su punto flaco, su herida. Es, en un punto, hasta más bobo.

El bueno está muy enterito, muy robotito. Mmmm... yo no quiero estar presente el día que a uno de esos se le salte la chaveta. Qué miedo.

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