:: Verde azulado ::


Mi mamá tiene los ojos color verde azulado. Pero esto no es un detalle menor. Hoy me dí cuenta que es una marca, una huella.

Para empezar, sus ojos fueron los primeros que vi porque cuando nací me contó que la miraba fijo mientras me decía “Hola Luciana, bienvenida”. Dice que me pusieron sobre su pecho y que desde ahí la miraba con el ceño fruncido. Desde entonces parece que así fue la cosa: yo la miro con el ceño fruncido y ella me dice palabras lindas. Y es raro cómo eso quedó registrado en mi memoria: mi mamá canta y mi cara se relaja, me calmo.

Cuando iba a la escuela primaria usaba mucho un lápiz de color verde azulado. Era un excentricidad tenerlo porque no todas las cajitas de colores lo traen. Podés encontrarte con el verde cata y el verde oscuro, pero el azulado era algo raro. Y yo lo tenía y lo usaba tanto que rápido iba haciéndose más petiso que el resto. Lo usaba para subrayar las oraciones importantes y pintar lo que más me gustaba. No me sorprende que mis tarjetas personales tengan ese color junto con las zapatillas que llevo puestas ahora, entre otras cosas.

Porque mi mamá ha sido como ese color. Siempre presente, pero en detalles específicos, no en todo. Porque no quería estar en todo, ella aparecía para dar su toque de color verde azulado.

Mi mamá no me daba besos antes de irse a dormir y estaba pendiente si nos tapábamos o no. Pero nos esperaba de la escuela con la habitación fresquita y con tacitas con olor a jazmín en la mesita de luz y me ponía la cremita para la alergia sentada al lado de mi cama. Y me cuidaba. No estaba detrás mío para que me sacara 10 en la escuela, pero llegaba siempre temprano en los actos con una bolsita con el disfraz, las pinturas, todo ordenado y listo.

Qué alegría era verla llegar. Mi mamá era la mamá más linda de todas, tenía siempre rico olor y sonreía. Era tímida, colaboradora, buena. No era como las mamás brujas que se ponían a chusmear y hablaban mal de todo el mundo. No se hacía la estrella. Era mamá. Iba a cuidar a su hija, a ponerla bien linda, a decirle que mire al público, se ponga derecha y se pare en el escenario sin miedo. Que sonría, que me divierta con mis compañeritas. Ella seguro iba a estar a un costadito, disfrutando.

Mi mamá se bancó siempre mi cara de poto, mi ceño fruncido. Me respondía con un “Lucianita, hijita” con su voz de mamá cuando yo andaba enojada, rebelde, loca, perdida. Me veía mal pero no se metía. Tuvo y tiene mucha paciencia.


A veces me ha costado saber dónde estaba, si estaba conmigo. No la veía por momentos. Porque no estaba encima mío, porque no se puso adelante y me estorbó. Ella decía que yo siempre he sido independiente. Y a veces me molestaba esto, porque he tenido miedo. Pero me hice valiente. Gracias a sentirme sola por momentos. Qué amor se debe tener para estar al lado de un hijo y dejarlo que aprenda solo. Qué fortaleza tiene mi mamá para dejarnos equivocar. Se mordió la lengua muchas veces para no decirnos barbaridades. Qué gratitud te tengo mamá. Qué amor sano me has dado.

Ella está cuando la necesito. Pero ella no decide cuándo es que la necesito. Ella espera a ser llamada y está como un soldado. Es incondicional. Es respetuosa.

Ella me regala las plantas más lindas para mi patio cuando le digo que me gustaría ver “verde” desde la ventana, ella espera que la visite cuando tengo ganas, que le pida ayuda cuando yo lo decido. Ella siempre me espera.

Así es cómo el color verde azulado ha marcando mi vida. Es un color que tiene el amor de mi mamá, con recuerdos que son olores, palabras, imágenes, relatos. Es verla a mi lado, es verme a su lado. Es verde azulado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que lindo relato, mi color favorito porque el chico que me atrae tiene esos ojos